La corrupción por dentro

POR CARLOS HERRERA DELGÁNS[email protected]

Cada vez que escarbo como gallina en patio ajeno, buscando información sobre la corrupción, me encuentro que acerca de este tema se ha escrito en abundancia. E incluso, presumo que se ha dicho todo. Luego llego a la conclusión que la gente poco o nada ha entendido. Pero más bien creo que no es de su interés saber que el peor mal que azota al país es esta pandemia que devora, sin compasión alguna, los recursos públicos de los colombianos. Si se pudieran dimensionar realmente sus efectos devastadores, la actitud sería otra. La indiferencia y el egoísmo están acabando con esta sociedad, de apariencias y de muchas realidades.

     Los que me han antecedido en el uso de la pluma, han desnudado magistralmente el monstruo por fuera, por lo que no pretendo redundar sobre el tema para no volverlo tedioso, lo cual no es el espíritu de esta crónica. Todo lo contrario, la corrupción lleva años succionando, como vampiro de caverna, la esperanza y el bienestar de miles de ciudadanos. No quiero en esta ocasión hablar de las frías cifras que arrojan las estadísticas del mitológico animal de mil de cabezas, que se está tragando al país de la forma más asombrosa e inconsecuente por parte de las autoridades y la indolencia ciudadana.

     Las cifras son insensibles y la gente poca atención les presta. Los ciudadanos buscan que les detallen el mal a pedacitos, para digerirlo mejor. Más que un tratado o manual de la corrupción quiero más bien llamar la atención para que se logre percibir el monstruo por dentro, cómo son sus palpitaciones, su respiración, cómo se alimenta, cómo se reproduce, cómo ataca y por supuesto cómo se defiende. La lucha tibia que se ha librado para erradicarla ha sido frustrante y cada vez son más los que la veneran que los que la combaten. Parece una criatura hermafrodita, la cual se reproduce en tiempos alarmantes. Indudablemente, los gobiernos de turno expiden normas para combatirla, pero en la práctica esas disposiciones han quedado como un saludo a la bandera. Si la decisión presidencial no es acompañada por el comportamiento humano, esta terminará como una simple intención más, que es lo que ha sucedido en los diferentes gobiernos. E incluso, la corrupción se ha incrementado tanto que constantemente está mutando.

     En la administración pública han faltado cojones para combatirla. Si no hay una actitud agresiva por parte del presidente de la República, los alcaldes y gobernadores seguirán tolerándola, por la sencilla razón que esta los enriquece. No harán el mínimo esfuerzo para espantar a la gallinita de los huevos de oro, que bastante sacrificio les costó quitársela al gigante del castillo en las nubes.

     La corrupción nace en cualquier pedazo de tierra fértil. En una finca, en un patio de una humilde casa o en la calle. No respeta clase o razón social para dejar sus huevos por doquier y que hagan implosión. Es el principal mal de la sociedad que se reproduce como la verdolaga. Ni el frío ni el calor le impiden propagarse. Tiene un don divino que seduce al más incorruptible de los vivos, lo que le permite desplazarse con gran facilidad y solvencia en cualquier escenario. Se ubica en lugar o sitio para quedarse y multiplicarse. Es como un virus que vulnera el sistema inmunológico humano para contagiarlo y ponerlo a su servicio. Su enorme encanto está en saber moverse en las esferas de la sociedad, la cual le rinde culto a su imponente figura de emperador romano. Es atractiva tanto para el hombre como para la mujer. Las edades no son ningún impedimento, puesto que a todas les da el trato que se merecen.

     Quienes han sucumbido a sus encantos han manifestado que se han sentido embriagados y atraídos por la forma como seduce. A los que ha tentado por primera vez buscan el pretexto para volver a reencontrarse con ella. No excluye ni discrimina, su don es saber tratar con guantes de seda a sus socios, para seguir expandiéndose. De esa manera ha conformado una tropa de legiones que batallan por su causa.

     La corrupción ha sabido trabajar en cadena para que todo quede en el más completo anonimato. Su secreto está en tener aliados en las diferentes esferas del poder, quienes la reciben como la gran benefactora. Dicen que hace milagros, al punto que ha puesto a levitar a muchos que han acariciado la grandeza de la noche a la mañana. Por tener tantos aliados y trabajadores ha podido establecer su imperio de impunidad para esquivar, sin mayor esfuerzo, los cercos de las autoridades, sobre todo aquellos a los que no ha podido vulnerar y a los que llama los inmaculados.

     Hoy se encuentra en lo más alto de la cúspide. Las estadísticas oficiales la tienen de plácemes, al ubicarla con el mayor grado de impunidad. En las tres ramas del poder público ha podido encontrar un gran número de adeptos para liderar su matriarcado, mientras que en el sector privado se mueve como pez en el agua. Son las aguas más mansas en las que puede navegar, sin el menor riesgo de cambio en el estado del tiempo. Su presencia pasa casi desapercibida, puesto que nadie la nota, pero todos sienten su campo energético, que los mantiene magnetizados. Las juntas directivas de las empresas la condecoran constantemente por los beneficios personales que le deja a la mayoría de sus miembros, que han demostrado que primero están sus intereses personales que la bendita moral, la cual han convertido en un trapo de cocina, que tiran a la caneca cuando apesta demasiado.

      Los medios de comunicación no han escapado a sus cantos de sirena. Cada vez que sale un candidato elegido de la organización, los jugosos contratos de publicidad oficial se reparten entre las estaciones radiales, canales de televisión, periódicos, revistas y periodistas de mayor aceptación, para ocultar las falencias y las impurezas del gobierno de turno, en su misión de resolver los problemas más álgidos de las comunidades.

     Toda una organización bien estructurada que con el tiempo ha demostrado tener aliados en todos los frentes. Esto le ha permitido llegar para enquistarse en el presupuesto oficial y poner a rodar la maquinaria aplanadora en las elecciones. Su gran estrategia ha sido el poder económico, para contagiar a los poderes públicos del Estado, ejecutivo, legislativo y judicial, a los cuales tiene atrapados de tiempo atrás. Con el control del presupuesto reparte a diestra y siniestra las partidas a los actores para mantener el manejo en las corporaciones públicas, eligiendo el mayor número de congresistas, diputados y concejales, para posteriormente proceder con las de gobernadores, alcaldes y la joya de la corona, el presidente de la República.

     Los acuerdos que se pactan en una campaña para alcalde, gobernador y presidente son millonarios, por las partidas presupuestales que se comprometen y destinan. Los financistas, en su mayoría los grandes contratistas del Estado, se la juegan a fondo invirtiendo enormes capitales en la campaña del candidato, el cual es arropado por la maquinaria. Llega un momento en que el mandatario queda prisionero por los financistas y la clase política por el poco manejo de que dispone para gobernar. La entrega es total. Al culminar el periodo, suelen verse obras que adornan y embellecen el entorno, pero que no resuelven las precariedades de la gente como el empleo, la seguridad, la alimentación, la salud y la educación, para gozar de una mejor calidad de vida. Es decir, millones de pesos invertidos en cosmetología en un personaje del que se sabía es horripilante.

     La corrupción nace cuando el gobierno de turno no aplica los correctivos a tiempo para imponer el imperio de la ley. Muchos se dan golpes de pecho culpando a la norma por los vacíos que trae, siendo que realmente el gobernante debe impartir las órdenes de rigor a sus funcionarios para proceder.

     Si la actitud no parte del Ejecutivo los esfuerzos que hagan valerosos funcionarios quedarán en simples intenciones, que al final no les reconocerán, porque lo que hicieron fue estéril. Es como tirar una piedra en una montaña de rocas.

     La corrupción ha socavado todos los puestos laborales de la sociedad, desde el vendedor ambulante hasta los magistrados de las altas cortes. No hay distingo de clase social. Tanto el que le hace trampa a los medidores de energía o acueducto para que le marquen menor consumo, como los togados que reciben altas sumas de dinero para fallar a favor o archivar el proceso del investigado. El caso más diciente es el del expresidente de la Corte Constitucional Jorge Pretelt Chaljub, condenado en diciembre de 2019 por la Corte Suprema de Justicia a seis años y seis meses de prisión al comprobarse que recibió la suma de $500 millones por parte del abogado Víctor Pacheco, para fallar a favor una tutela de un cliente que representaba a la empresa Fidupetrol. Está pendiente que se resuelva el recurso interpuesto ante la Sala de Casación Penal de la misma Corte.

     Los brotes de corrupción en las altas Cortes han seguido con el caso del Cartel de la Toga, en el que se encuentran procesados y privados de la libertad varios exmagistrados, como los expresidentes de la Corte Suprema de Justicia José Luis Barceló y Leónidas Busto y el exmagistrado Gustavo Malo, y en la Corte Constitucional el exmagistrado Francisco Ricaurte Gómez. Si la sal se corrompe, ¿qué milagro puede esperar el simple ciudadano de a pie de la justicia?

     Los operadores judiciales se olvidan de los postulados de la justicia que el gran filósofo norteamericano John Ralws explicó en su libro ‘Teoría de la justica’: “La verdad y la justicia no pueden estar sujetas a transacciones”.

     La corrupción es una plaga que se pasea por todos los sectores de la sociedad. Cualquiera se queda aterrado cuando el último que llega a la fila interminable de una IPS a cumplir una cita médica o a reclamar un medicamento, al poco rato es atendido. El soborno es el pan de cada día en estas instituciones de salud. Si es pública, la corrupción hace fiesta.

     He aquí algunos ejemplos: los sobornos a los agentes de policía para poner un comparendo por violar las señales de tránsito o por no tener al día el SOA o la revisión técnico mecánica o que la licencia de conducir está vencida; los sobornos a los funcionarios en las alcaldías o gobernaciones para que liquiden y se reconozca la pensión de vejez a extrabajadores; los sobornos que se entregan a funcionarios judiciales para que entreguen un mandamiento de pago o dejen ver el expediente o que fallen a favor un proceso o una tutela o se archive, o que conceda la casa por cárcel o que se venzan los términos para que el presunto delincuente quede libre nuevamente; los sobornos a los funcionarios de secretarias de Tránsito para que borren un comparendo del sistema sin cumplir el tiempo de prescripción o el escrutador que termina ayudando a un candidato con unos votos de más para que salga elegido, etcétera. En todos los niveles el país está podrido. Razón le asiste al periodista Juan Gossaín cuando en una de sus crónicas dijo que “En medio de tanta pestilencia, ya uno no tiene tiempo ni de taparse la nariz”.

     El monstruo en la administración pública es la contratación, en la que el Gobierno Nacional no ha tenido voluntad política de colocarle el cascabel al gato.

     El mayor brote de corrupción se da en el sector público, en donde los corruptos a puerta cerrada con un café tinto deciden en qué se va a invertir el presupuesto, el cual se alimenta de los impuestos que pagan los ciudadanos anualmente. Como diría uno de los honorables personajes del ‘Congresito’: “Asamblea de gavilanes, mortandad de pollos”.

     Ante todo, para hacer referencia a esta podredumbre que nos asfixia, hay que comenzar por identificar la fiebre en el paciente. Al revisarlo el galeno encuentra que esta se da por una alta infección, que se debe combatir a tiempo si no corre peligro su vida. No es bajar la fiebre para que el enfermo se sienta bien, sino atacar la infección para erradicar la enfermedad. Lo primero que deben hacen las administraciones de turno es rotar a los funcionarios enquistados en los procesos de contratación, quienes se les ve en las diferentes administraciones con los mejores contratos debajo del brazo. Son los funcionarios encargados de llevar la contratación desde su comienzo hasta la última etapa, que es la entrega de la obra a satisfacción. Se saben de memoria el proceso, por lo que se les hace super fácil a los contratistas lidiar con quienes les brinden confianza y seguridad para la adjudicación de la obra. Otro elemento es la falta de transparencia en la forma como se realiza el proceso de contratación. El mandatario que está enterado de todo lo que sucede con los dineros públicos, con anticipación da la orden a nombre del beneficiario del contrato. En su momento lo bautizaron como el pliego sastre, por las medidas perfectas como se confeccionaba la contratación a los futuros beneficiarios. Hoy se llaman pliegos tipo, y por medio de ellos el Gobierno Nacional busca combatir a los corruptos, acabando con el cartel de únicos proponentes, que se beneficiaban con la contratación en el período del mandatario por el hecho de haber financiado su elección.

     La corrupción nace desde el mismo momento en que el contratista le entrega recursos económicos al candidato para financiar la campaña. A partir de ahí el electo candidato compromete su alma para servir a los financistas y a la clase política que lo acompañó. Es decir, una vez posesionado, espernanca el portón para que los invitados ingresen a celebrar una de sus mejores fiestas, con el más fino trago y las más suculentas comidas de la mesa colombiana. La orquesta para que anime la noche es la mejor del momento.

     Los funcionarios encargados de llevar el procedimiento de contratación saben perfectamente a quién deben estar dirigidos los esfuerzos para que las partidas sean adjudicadas. Aquí el futuro beneficiario comienza a desplegar su diplomacia para que el proceso se realice lo más diligentemente posible, entregando sobornos desde el comienzo hasta la entrega de la obra a satisfacción. La corrupción alimenta todos los circuitos por donde se desplaza para no correr ningún riesgo. Para acompañar la obra le colocan de coequipero a un interventor, y al encontrarse se mueren de la risa.

     Los filtros que tiene la contratación pública por ley los lleva la Contraloría, ya sea nacional, departamental o municipal, que es la encarga de hacer el control fiscal, para que no se pierda ni un solo peso del pago de los impuestos de los colombianos. Sin embargo, a los contralores los elige la coalición de gobierno en las diferentes corporaciones públicas. Por lo que, en la revisión de la contratación, la corrupción deja sus huellas, para que la investigación tenga un final feliz. Así aparece en los anales de la institución, donde el verbo archivar se conjuga en todos los tiempos.

     Desde que se inició el proceso ya sea licitación, contratación abreviada o directa, la corrupción despliega a sus mejores elementos para que no quede la mínima sospecha de que el procedimiento se hizo ajustado a la ley. Por eso vemos funcionarios enriquecidos de la noche a la mañana, viviendo en lujosas mansiones en los estratos altos de la ciudad, desplazándose en camionetas de alta gama y dándose la gran vida viajando en época de vacaciones al exterior con la familia. Todo a costa de que la corrupción ha sido generosa con ellos.

     Como aparece en los titulares de prensa, la corrupción devora, como si fuera un delicioso manjar de mar, 140 mil millones de pesos diarios, multiplicada dicha suma por 30 días calendario arroja la suma de $4.2 billones mensuales, multiplicada esta a la vez por 12 meses del año nos da un resultado de más de $50 billones de pesos anuales que la corrupción extrae de las arcas del erario, con la complicidad de un cartel de funcionarios públicos insaciables que se han confabulado para robarle al Estado semejante suma monstruosa. ¡Y no pasa nada! Por esto, la primera pregunta que viene a la mente es ¿dónde está la justicia?

      Según lo que hemos podido rastrear, más del 90 por ciento de los procesos en los estrados judiciales por corrupción en las diferentes modalidades, se encuentran en impunidad, sin que los jueces de la República tengan un indicio de que se robaron esos dineros al erario, el cual, sin lugar a dudas, no tiene dolientes. A esa impunidad se suman los bandidos que les han dado el beneficio de casa por cárcel y los que han quedado en libertad por vencimiento de términos. ¡Así cualquiera se vuelve delincuente!

     Los condenados por el caso de Interbolsa y parte del Carrusel de la Contratación de Bogotá tienen el beneficio de casa por cárcel. Los hermanos y primos Nule están paseándose por el país por dicho beneficio, sin que todavía devuelvan al erario lo que realmente se robaron. Si acaso lo han hecho, las sumas han sino ínfimas, en comparación a las que se llevaron. Faltan por identificar los casos de Reficar y Odebrecht, donde los sobornos se dieron en dólares.

     Muchos ciudadanos se han preguntado si es más beneficioso eliminar el dinero o a los políticos. En la vida real es complicado por no decir imposible, escoger una de esas dos opciones. Alguien decía que era mejor legalizar la corrupción para quitarle el negocio a los multimillonarios contratistas. Lo más recomendable para llegar a extirpar este engendro de la sociedad es tomar mecanismos severos como en el caso de Singapur y posteriormente Filipinas, en donde terminaron imponiendo la pena de muerte. Hoy esos países gozan de los resultados del sacrificio que hicieron para colocarse entre las naciones más ricas del planeta con cero casos de corrupción.

     En Singapur, una vez se posesionó el primer ministro Lee Kuan Yew, lo primero que hizo fue aumentar las penas contra los corruptos, rotar a los funcionarios públicos que estaban enquistados en los cargos, revisar sus cuentas bancarias tanto en el país como en el exterior y en el evento de encontrarlos culpables quitarles el derecho a la pensión, sin volver a ocupar un cargo público, y también suprimir los trámites en la contratación estatal, para que fuera más rápida y transparente.

     Para honrar su palabra empezó encarcelando por sobornos a funcionarios públicos y periodistas corruptos, ministros de su gabinete, gerentes, líderes sindicales, empresarios, etcétera.

      La segunda fase de su plan de gobierno fue implantar en los colegios la asignatura de Ética Pública para ir formando a los futuros ciudadanos de la nación en torno a que los dineros públicos son sagrados.

     Hoy Singapur es el sexto país más rico del mundo, con la mejor educación y salud y cero casos de corrupción.

      Para que a los corruptos no les quedara duda de la mano dura del primer ministro, este implantó la pena de muerte en dos casos excepcionales: el primero, en casos de corrupción y segundo, por el desfalco a los presupuestos destinados a hospitales, escuelas y colegios públicos o la ayuda alimentaria para los sectores pobres de la población.

     Cuando los ciudadanos de Singapur no soportaron más la pestilencia generada por la corrupción dijeron: “es hora de actuar”. Eligieron a Lee Kuan Yew todas las veces que aspiró, por demostrar carácter y voluntad de exterminar el mal de la sociedad. Los resultados están a la vista.

     Hace diez años en las cárceles de Singapur había 500 mil presos, hoy solamente hay 50. Fusilaron a más de siete mil condenados al encontrarlos culpables de actos de corrupción.

     Colombia es un caso sui generis, en el que los presidentes llegan acompañados de una gran maquinaria politiquera, y una vez posesionados en el cargo esta le ronca en la nuca para que la beneficie con la contratación. Lo que demuestra que los que han salido elegidos en los últimos años no han sido unos grandes líderes, sino que fueron empujados por la artillería del establecimiento que derrocha el dinero que sea necesario a fin de que su candidato llegue al poder. Los dirigentes que han retado este esquema han sido abatidos en plena campaña presidencial.

      Por el contrario, el candidato que logre desmarcarse de este asfixiante sistema tendrá la posibilidad de hacer los cambios que requiere con urgencia el país. En donde la primera tarea a emprender será extirpar los carteles de la contratación para ir debilitando a este monstruo de la sociedad, poniendo como ejemplo la experiencia de Singapur. Es un reto, puesto que la situación de corrupción en Colombia no se puede seguir dilatando más. No da espera imponer medidas urgentes como: recompensa a quien denuncie a los corruptos, aumento de la pena a los corruptos sin ninguna posibilidad de rebaja, rotación de los funcionarios de la administración encargados del proceso de contratación, agilidad en el trámite de la contratación en el que se eliminen las barreras de los funcionarios públicos para adjudicar la contratación, y creación de la asignatura de la Ética Pública para ir formando a los nuevos ciudadanos en torno a que los dineros públicos son sagrados.

     Una de las enseñanzas que nos dejaron los viejos de antaño fue que los hijos aprenden del ejemplo, no del consejo. Si los ciudadanos no ven buenos ejemplos de sus autoridades y dirigentes, aprenderán y actuarán de la misma manera por inercia. Es lo que vemos año tras año (Tomado del libro Los muertos de nadie).