La vaquita lechera

Desbordamiento del arroyo Loma Grande en el municipio de Repelón, sur del Atlántico. Foto cortesía Antuaneth Ospino

El pasado viernes 23 de septiembre el nivel de las aguas del Canal del Dique llegó a 7.70 mts, mientras que el embalse del Guájaro estuvo bordeando los 5.10 mts, es decir, 10 cms de la cota, lo cual prendió las alarmas en las poblaciones ribereñas ante la amenaza de una nueva inundación.

Situación que se repite con la llegada de la temporada invernal por los estragos que causa el crecimiento de las aguas del Canal del Dique, que se convirtió en la vaquita lechera de contratistas de bolsillo de los politiqueros corruptos, que año tras años ejecutan obras que no remedian la problemática de las poblaciones.

Al sur del Atlántico el fuerte invierno no da tregua. El arroyo Loma Grande socavó el carreteable que conduce del casco urbano del municipio de Repelón al corregimiento de Villa Rosa, incomunicando las poblaciones y dejando incalculables perdidas a fincas, en la cría de animales y cultivos. La Gobernación del Atlántico se pellizcó desplazando maquinaria pesada para mitigar la tragedia que de no tomarse los correctivos del caso las consecuencias hubiesen sido fatales. Dos días después, la vía se rehabilitó para el paso peatonal, motocicletas y vehículos livianos.

Las poblaciones ribereñas al Canal del Dique viven días de zozobra por el aumento del nivel de las aguas, aparentemente lejos de desbordarse (7.70 mts), lo cual no es la situación del embalse del Guájaro al encontrarse a 10 cms de la cota. De llegar a desbordarse, inundaría poblaciones de los municipios de Sabanalarga, Repelón y Manatí. El fantasma de una nueva inundación no deja de rondar a los municipios al sur del Atlántico, como Campo de la Cruz, Suán, Santa Lucia y el mismo Manatí, al observar temerosos como el nivel de las aguas del colosal Canal del Dique se elevan embravecidamente amenazando por momento en desbordarse, lo cual causa a los lugareños una sensación de mariposas en el estómago.

Las poblaciones que vivieron la experiencia de 2010, al fracturarse el carreteable que conduce al municipio de Santa Lucía por donde entró el chorro de agua del temible canal, no logran conciliar el sueño pensando en la mala hora de que todo se inunde.

Desafortunadamente dichas poblaciones están a la gracia de Dios, rezando día y noche para que el fuerte invierno cese y no tener que vivir una tragedia de semejante magnitud, puesto que las obras que se han prometido al Canal del Dique no se han concretado por falta de voluntad de los gobiernos de turno, que suelen tocar el tema cuando el invierno arrecia o cuando el periodo se les agota.

Reuniones vienen, reuniones van y la solución no se cristaliza para solucionar de una vez por todas la problemática, que ha quedado en mero anuncio de cumbiambera. Al sol de hoy no hay claridad de si el megaproyecto, del que tanto se ha anunciado una inversión de 3.25 billones, va a adjudicarse. Mientras tanto, el fantasma de una nueva anegación ronda.

Lo que se viene estructurando, desde la tragedia de 2010, es un proyecto de una longitud de 115,5 km, que abarca una hidrovía, entre Calamar y la bahía de Cartagena. La ejecución de las obras incluye, entre otras, un sistema de esclusas y compuertas para evitar la entrada no controlada de grandes volúmenes de sedimentos y caudal. Dos esclusas que estarán ubicadas, una en Puerto Badel y la otra en Calamar. Mientras que en este último municipio se construirán compuertas.

La población beneficiada con la megaobra es 1.5 millones de habitantes distribuidos en 19 municipios: ocho en Atlántico: Campo de La Cruz, Candelaria, Luruaco, Manatí, Repelón, Sabanalarga, Santa Lucia y Suán; diez en Bolívar: Arjona, Arroyohondo, Calamar, Cartagena de Indias, Mahates, María La Baja, San Cristóbal, San Estanislao, Soplaviento y Turbana y uno en Sucre, San Onofre. Hasta ahí la solución es de papel, puesto que en la práctica no se ha invertido el primer peso partido por la mitad de lo que se a cacareado. El gobierno que culminó su periodo el pasado 7 de agosto dejó diseños y más diseños, pero no colocó la primera piedra de la megaobra, luego del tiempo tomado para estudios, estudios y más estudios.

Con el gobierno que inicia las poblaciones ribereñas al Canal del Dique esperan que se evalué el proyecto y ajuste lo que tenga que ajustarse para que se coloque la primera piedra en el menor tiempo posible para de esta manera se solucione uno de los grandes riesgos que azota a las poblaciones afectadas, que cada vez que llueve la gente se desvela al pensar que se puede repetir la tragedia de 2010.

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