La verdad, primero que todo

La responsabilidad social en el tratamiento de la información. Foto: Cortesía.

CRÓNICAS POLÍTICAS – POR CARLOS HERRERA DELGÁNS

Cada vez que abro un portal de noticias o leo los periódicos matutinos percibo en la fría lectura el descarrilamiento en el tratamiento de la información. Minutos después, aborto la lectura para ocuparse de otros menesteres.

Independientemente de la afinidad ideología de los medios de comunicación, su principal rol es entregar una información fehaciente a la audiencia para que esta la digiera como un delicioso manjar y tenga una buena digestión. Es la naturaleza del deber informar.

En la actual coyuntura electoral, muchos medios de comunicación han tomado partido para identificarse abiertamente con uno u otro candidato en contienda, quedando el lector en el fuego cruzado, puesto que el tratamiento a la información no es veraz, objetiva e imparcial, sino todo lo contrario, sesgada y tóxica. Quien la consuma se envenena.

El oficio de informar veraz, objetiva e imparcialmente es la enseñanza aprendida por los comunicadores sociales-periodistas en las aulas universitarias, que al ejercer se topan con un mundo contaminado por la corrupción y las malas prácticas profesionales, lo que desvía a la mayoría a incursionar en otros campos, y los que se atreven a ejercer lo aprendido se convierten en carne de cañón para los superiores que de alguna manera se han acostumbrado a convivir con el monstruo del sistema.  

Fue lo que dejó sembrado el filósofo ginebrino Jean-Jacques Rousseau, en su célebre frase: “El hombre nace bueno y la sociedad lo corrompe”.

Gasolina a la hoguera

Un veterano presentador de la televisión argentina decía el otro día lo siguiente: “Los periodistas jamás serán independientes mientras trabajen para el medio donde el patrón es uno de los dueños de los medios de producción”.

Mientras los medios de comunicación sigan echándole gasolina a la hoguera seguirán incendiando los ánimos de la audiencia por lo radiactivo de la información que transmiten, la cual no es veraz, objetiva e imparcial. Todo lo contrario, buscan direccionar a la masa electoral, lo cual es una práctica perversa y malévola.

La mentira, el odio, el miedo, la cizaña etcétera, hacen carrera para sembrarse en el subconsciente de la audiencia y programarlos, sobre todo aquella franja indecisa que no ha tomado decisión alguna por determinado candidato, lo cual de alguna manera crea un fanatismo, que termina enfrentando a los simpatizantes de campañas, tanto en la calle como por las redes digitales. 

Lo que se percibe por el tratamiento doloso que se le da a la información, es que muchos medios de comunicación están untados del sistema, puesto que su subsistencia depende de los jugosos contratos de publicidad que les adjudica el gobierno de turno. Solamente hay que revisar la nómina para establecer quiénes son los beneficiados de esas adjudicaciones para tener la certeza que son los mismos enquistados en el presupuesto oficial. Ya que, por el sector privado, ningún medio de comunicación logra subsistir.

Una cosa es la opinión de un columnista en las páginas del medio de comunicación y otra cosa es el criterio de este. El columnista por X o Y motivo se desliza hacia el candidato que más le simpatiza o en el peor de los casos por compartir la misma ideología de este, pero el medio de comunicación pecaría por defecto si decide arropar a determinado candidato abiertamente para manipular la noticia en beneficio de este. Muchos periodistas no lo hacen de frente, pero la forma de manejar la información los delata. Al buen entendedor pocas palabras.

De ahí que la mayoría de medios de comunicación, caso de los impresos, se blindan con la siguiente clausula: “Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan la opinión del periódico”.

Al no existir en Colombia el monopolio en los medios de comunicación, es complicado pretender manipular a la audiencia, puesto que esta tiene otras alternativas de información, diferente a la que ellos brindan. Las redes digitales revolucionaron las comunicaciones para desintoxicarla de tanta noticia chatarra y amañada, puesto que al final de cuenta el receptor termina por cambiar de medio por otro que le brinde garantías de informarse tal cual como se produce los hechos.

Lo que espera la audiencia del medio de información que sintoniza, es una información creíble, veraz, objetiva e imparcial para estar enterado fehacientemente de la noticia como se produce.

Recordemos que la gente repite la noticia tal cual cómo la oye y la ve.


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