Los lentejos

Sobrevivieron a la Constitución de 1991, en la que se daba por seguro su inminente muerte. 31 años después, el mal mutó para roncarle en la nuca a los gobernantes de turno para sacar el mayor provecho de cuanta papaya les den.

El movimiento de colores llamativos, pasos sigilosos y verbo refinado, se mueve como pez en el agua una vez se posesiona el mandatario. Ya en el cargo los hace pasar y sutilmente les solicita el favor de ponerse cómodos en sillas Luis XVI para servirles café tinto en pocillos de porcelana importada para escuchar con sumo cuidado sus pretensiones. De esa manera empieza la atención a los padres de la patria que a lo largo de la historia han disfrutado de las mieles del poder para mantenerse vigentes de generación en generación.

El término vuelve a ponerse de moda por la radicación del pasado viernes 31 de marzo de la ponencia del proyecto de ley de reforma a la salud, donde dos Representante a la Cámara, uno del partido Conservador, Gerardo Yepes y otro de la ‘U’, Camilo Ávila, decidieron firmar el documento a pesar de que sus partidos habían dado la directriz de no apoyarla. Desde entonces rayos y centellas les ha llovido a los congresistas a los que han señalado de haber recibido ‘lentejas’ del Gobierno Nacional, el cual ha negado desde todo punto de vista.

El anuncio de los partidos de gobierno Liberal, Conservador y la ‘U’ de no apoyar la reforma a la salud a puesto al mandatario a buscar alternativas para que la iniciativa reformista no naufrague como la reciente reforma política. En esta ocasión los centuriones del ejecutivo, caso del presidente del Congreso Roy Barrera, han emprendido una campaña para seducir a colegas para que respalden el proyecto, bueno o malo, es la oportunidad que esperaban para sacar provecho. Los firmantes ‘sabaleados’ encontraron la virgen en el camino que les hiciera el milagrito para beneficiarse con algunos cargos y contratos. Es lo que está por verse, puesto que los parlamentarios han negado esos señalamientos. Situación de vieja data y que hoy bautizan como mermelada, la cual no deja de ser apoyos para respaldar las iniciativas del gobierno de turno. Es una práctica recurrente en la que los presidentes acuden para ablandar posiciones de algunos partidos o congresistas que buscan colarse en la gobernabilidad arrancando burocracia y por supuestos millonarios contratos.

Es el modelo que se réplica en los concejos y asambleas departamentales, en la que ediles y diputados acceden apoyar iniciativas de los mandatarios con la condición de obtener participación en la administración. De ahí que los proyectos radicados pasan sin mayor contratiempo al no darse ningún tipo de discusión. La oposición ¡calladita!

La discusión se perdió de hace mucho tiempo en estas corporaciones, donde el control político no aparece por ningún lado, lo cual les ha quitado atracción a estos cuerpos colegiados al sentirse el manotazo violento en la curul para dar por aprobada la iniciativa del ejecutivo. De ahí que se ha generalizado el estribillo que los concejales y diputados aprueban todo a las administraciones a pupitraso limpio, sin tomarse la molestia de leer lo considerado para saber qué es lo que aprueban. El hecho que la administración lo presente le es suficiente para respaldarlo. Claro, la ‘lentejita’ fue colocada con mucha anticipación en la boca.

Lo acontecido el pasado 31 de marzo en la secretaría de la Comisión Séptima de la Cámara de Representante con la radicación de la ponencia del proyecto de reforma a la salud, donde dos Representantes desacataron las directrices de los partidos Conservador y la ‘U’, para colocar la rúbrica en el texto de la ponencia para que finalmente el Gobierno Nacional tomara un segundo aire que le permita replantear la discusión en la comisión y buscar que esta pase su primer obstáculo.

Fue el costo que asumió el presidente Petro en la conformación de las mayorías en el Congreso de la República, Senado y Cámara, entregando parte de su gabinete a los partidos tradicionales para que aprobaran la reforma tributaria. De ahí en adelante la participación política ha sido evidente.

Los obstáculos que se presentan en los proyectos de ley de salud, laboral y pensional es parte de la mecánica de negociación. Si el gobierno no cede a las pretensiones de los partidos políticos con asiento en el Congreso estos no moverán una hoja para dar luz verde a las iniciativas presentadas. La experiencia del proyecto de reforma tributaria fue uno de esos engendros en la que el Gobierno Nacional aflojó la correa para acceder a las exigencias de las bancadas, que saben a ojos cerrados cuál es el talón de Aquiles del Jefe de Estado, que no tuvo más que tragar en seco, con golpecitos en la espalda, para que la reforma pasara. Por eso se afirma que las reformas nunca salen como entran. Fue la situación de la tributaria que ingresó con una larga cabellera y salió peluqueada.

La posición de los partidos Liberal, Conservador y la ‘U’ de cerrar fila para abstenerse de aprobar la iniciativa del gobierno es un claro síntomas del interés que tienen de sacar el máximo provecho de una situación que el presidente tiene claro que está en desventaja, puesto que depende del apoyo de los tres partidos de más tradición en el Congreso de la República.

La Semana Mayor será de mucha reflexión para el presidente Gustavo Petro, en el que tendrá que decidir si cede a las exigencias de los presidentes de los partidos que lo han llevado contra las cuerdas para que se quite y se inserte algunas de sus propuestas en el proyecto de ley de reforma a la salud, o caso contrario, romper la disciplina partidista colocando en funcionamiento la ‘operación lenteja’ para acumular los apoyos necesarios que permita a la iniciativa avanzar. Es el calvario que le espera al proyecto de ley de reforma a la salud.

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