Los gobernantes por inercia implementan las políticas des us antecesores para obtener los mismos resultados, pero en el fondo no les interesa resolver el problema de la delincuencia…
Lideres de la opresión en el mundo miran con satisfacción la medida tomada por el presidente de El Salvador Nayib Bukele, de construir una fortaleza impenetrable para encarcelar a 40.000 pandilleros de los más de 65.000 que ha capturado en las calles, como medida extrema para combatir las pandillas, principal problema de inseguridad del país.
Muchos dirigentes políticos se han atrevido a manifestar que una vez lleguen al poder replicaran dicha medida para hacerle frente al fenómeno, según los índices de percepción ciudadana, es el principal problema que enfrentan los países de la región, agobiados por la miseria, pobreza, desempleo, narcotráfico, microtráfico etcétera.
Los gobernantes por inercia implementan las políticas de sus antecesores para obtener los mismos resultados, pero en el fondo no les interesa resolver el problema de la delincuencia, a pesar de tener la solución enfrente de sí. No con represión, bala o cárcel, sino con inversión social. Es decir, más dineros para los sectores donde se origina la delincuencia y menos medidas opresivas para exterminarla, toda vez que la escena de la policía persiguiendo al ladrón se desgastó, al obtenerse los mismos resultados: cementerios atiborrados de delincuentes abatidos y cárceles atestadas de maleantes, y los uniformados en la misma tónica de perseguir a los que están en las calles delinquiendo para capturarlos y ponerlos a disposición de un fiscal.
Si damos un giro a la situación encontramos que la política de represión, bala y cárcel se convirtió en un gran negocio de pocos para llenarse los bolsillos con dineros del erario sin solucionar el problema de fondo, sino más bien en bajar la fiebre corporal y regresar el enfermo a casa, sin decirle el mal que padece.
Más armas, policías, vehículos, motocicletas, tecnología de punta etcétera, para combatir el fenómeno que antes de temerle a las autoridades las ha retado para poner a tambalear la institucionalidad por los seguidos y contundentes golpes que le propina. Esta desesperada tira mano a una de las medidas más fácil de aplicar, Consejo de Seguridad para atender la situación. Al final, acuerdan desempolvar el libreto para aplicarlo: perseguir y capturar a los agentes perturbadores de la tranquilidad ciudadana para que les caiga el peso de la ley. Días después, un puñado de criminales son apresados, más para bajar la presión a la situación de orden público que en resolver el problema. Situación que se repite una y otra vez.
Más que un alivio sentimos una gran preocupación al escuchar a un precandidato a la Alcaldía Distrital desglosar su propuesta de seguridad, según él, la panacea para exterminar la criminalidad en la ciudad, la cual no se acaba matando más delincuentes o encarcelándolos, sino invirtiendo en los sectores olvidados. Las autoridades no han entendido que el fenómeno muta para volverse inmune, por lo que cualquier medida de represión que se implemente será en vano.
Propone el precandidato Carlos Acosta cinco acciones puntuales para combatir la criminalidad en la ciudad. Primera, contrarrestar el delito del hurto, enfocado en el aumento del pie de fuerza y en los tiempos de respuesta a los llamados de la ciudadanía; segunda, capacitar y dotar a los uniformados; tercera, crear un cuerpo élite, conformado por miembros calificados y dedicado exclusivamente a golpear a las bandas que han intimidado a los comerciantes; cuarta, crear otra Unidad de Reacción Inmediata (URI) para descongestionar la existente y quinta, articulación de redes de cooperantes, de la que hagan parte taxistas, industrias, gremios, bancos, las plataformas digitales, los transportadores, los comerciantes y las empresas de vigilancia.
Las propuestas del precandidato son las mismas que han aplicado los gobiernos de turno: represión, bala y cárcel. Los gobiernos se han dedicado a atender la delincuencia sin la remota posibilidad de implementar otra solución. Con esa política se han desperdiciado más de cincuenta años mostrando los mismos resultados: muerte y cárcel.
Busca el paquete de propuestas del precandidato de la administración distrital, crear más puesto de trabajo a la Policía Nacional y al poder judicial, para mencionar solo dos de los muchos que hay en la cadena alimenticia, que en resolver el problema que requiere otro enfoque alternativo y fresco, el cual ponga a soñar a la comunidad barranquillera.
Insisten las elites, con este tipo de propuestas, combatir la criminalidad sin ninguna posibilidad de derrotarla, toda vez que los delincuentes lo único que saben hacer es causar daño con su accionar y poco les importa las medidas tomadas por las autoridades, que en esta guerra ha ganado batallas, pero su interés no es acabar con ella por lo rentable que es. Mientras exista el ratón el gato tendrá a quien cazar.
La lucha contra la delincuencia fracasó por la forma como se enfoca el problema para no resolverlo. Idéntico caso al del narcotráfico, donde los gobiernos se cegaron en capturar a los capos para acabar con el mal. Tan errado han estado desde entonces que han surgido otros Pablo Escobar, Rodríguez Orejuela, Rodríguez Gacha, Carlos Lehder etcétera, para que el negocio siga intacto.
Cada gobierno mantiene sus líneas duras de invertir millonarias sumas de dinero en combatir la criminalidad como única solución para contener el fenómeno, como lo dijimos, muta para volverse inmune. Por mucho que encarcelen y maten a delincuentes estos jamás dejaran de salir de los sectores donde proliferan la miseria, la pobreza, la desigualdad, el desempleo, la disfuncionalidad familiar, el microtráfico etcétera, pues es allí donde hay que realizar el mayor esfuerzo para mejorar las condiciones de vida de familias que han sido abandonadas por el Estado. Solamente hay que redireccionar la inversión y los resultados serán asombrosos.
Creo que las propuestas del doctor Carlos Acostas de seguir con la política de combatir con represión, bala y cárcel a la criminalidad no son las que requiera en estos momentos la ciudadanía barranquillera para resolver uno de sus principales problemas. Si hay un sector que ha colocado la mayor cuota de sacrificio en esta guerra urbana es el popular, donde se observa padres llorando a solas a sus hijos, abatidos o encarcelados por este conflicto que los gobiernos de turno insisten en mantener.