
El ultimátum lanzado por el presidente Gustavo Petro de convocar la consulta popular por decreto si el Senado de la República no la aprueba produjo un resultado efímero en la Comisión IV de la Cámara Alta al pasar su tercer debate la reforma laboral del gobierno por 14 votos a favor y uno en contra. La única senadora que votó negativo fue Aída Avella, del Pacto Histórico, al presentar ponencia independiente fue derrotada estruendosamente: 12 votos en contra y uno a favor.
Los partidos opositores al Gobierno Nacional en dicha célula legislativa terminaron acompañando la reforma para que continúe su curso en la plenaria del Senado donde se anuncia que la discusión será encarnecida. Apoyaron a regañadientes el proyecto de reforma en su tercer debate Cambio Radical, Centro Democrático y el Partido Conservador, sin dejar a un lado las diferencias con el ejecutivo.
Los ponentes de la reforma sostienen que esta mantiene un 75% de la radicada por el Gobierno Nacional en la Cámara de Representantes con el propósito de bajarle el tono a la discusión que ha pasado de claro a castaño por las amenazas del presidente Petro de convocar la consulta popular vía decreto. Sobre la propuesta varios constitucionalistas han advertido que no es recomendable el atajo que piensa tomar el mandatario por las implicaciones que tendrá a futuro la decisión cuando le lluevan las demandas de inconstitucionalidad.
Los partidos en oposición entendieron que hundir la reforma laboral en la Comisión IV era colocarse el cuchillo en su garganta, por las implicaciones que tendría a futuro: la primera, responsabilizaría el presidente, con nombres propios, a los congresistas que la hundieron al privar a la clase trabajadora de los beneficios de la iniciativa al exponerlos en la picota pública y segundo, al hundirla surten al tope el tanque de gasolina para que el mandatario se despache en la calle, escenario natural, para despotricar de sus opositores. De ahí la advertencia de convocar la consulta popular por decreto. Más que una medida inviable jurídicamente es intimidatoria y la oposición terminó asumiendo sin aceptarla del todo.
La intensión de la oposición al aprobar la reforma del Gobierno Nacional es desarmar al presidente para dejarlo sin ninguna posibilidad de agitar las masas con fines electorales. Es el fin del tercer debate para trasladar esa papa caliente a la plenaria del Senado para que defina su suerte. De haberse hundido quedaba al descubierto los congresistas enemigos de la reformar para el linchamiento público. Ese paso lo entendieron para no cometer semejante error infantil.
A la hora que la reforma salga de la Comisión IV empieza la cuenta regresiva para ser discutida en la plenaria en la que se anuncia será acalorada por la oposición enconada de los partidos Centro Democrático, Cambio Radical, partido Conservador y movimientos minoritarios, que actúan más por reacción que por convicción, al seguir la corriente al resto para cruzársele en el camino a la reforma, que en el fondo es bondadosa por los beneficios que le brinda a la clase trabajadora.
Se tragaron el primer sapo del Gobierno Nacional, más por estrategia que por simpatizar con la iniciativa, al saber que en la plenaria la discusión será harina de otro costal. Aprobar o hundir la reforma laboral en su último debate le da lo mismo al presidente de la República, por dos razones: la primera, de aprobarse alzará la espada de Bolívar como un triunfo de su gobierno con la clase trabajadora y una derrota a la derecha representada en los partidos de oposición. Será su caballito de batalla hasta las elecciones de 2026 y segundo, de hundirse responsabilizará a la derecha al desconocer los derechos de la masa laboral y endurecerá el discurso al convocar al pueblo a la protesta indefinidamente. Será su segundo caballito de batalla para continuar su lucha.
Mantiene el presidente Petro la ventaja sobre la oposición al contar con la chequera del gobierno para llevar a cabo el proceso preelectoral y los opositores descompuestos en su forma de atacar desde sus trincheras las decisiones del mandatario, que sabe de antemano que lleva la delantera a la derecha, al no reaccionar y antes por el contrario, propone precandidatos que no entusiasman ni proponen soluciones que calen entre la ciudadanía.
Sigue la oposición cometiendo el garrafal error de enfrentar al jefe de Estado en su trinchera: la confrontación. El presidente por naturaleza es un curtido orador acostumbrado a colocar el pecho a los vientos huracanados para amortiguar el impacto. Hasta ahí los ha llevado sin que lo noten y lo peor del caso, siguen el juego que propone.
Cada vez que el presidente trinar en su cuenta de X responden por inercia creyendo que al contradecirlo le quitan protagonismo, todo lo contrario, le echan leña al fuego para elevar las llamas que engrandecen su discurso irreverente. No ha dejado de recorrer el país para martillar sobre su lucha por la clase menos favorecida. Mientras se codea con el pueblo en cada encuentro oficial los contradictores y opositores se encierran en recintos climatizados a despotricar de él. Se dedicaron a observar los árboles, mientras él disfruta del bosque. Se encapsularon sin posibilidad se salir.
Aprueben o hundan la reforma laboral el presidente Petro lleva la ventaja por ambos lados. Sería un garrafal error hundirla al tener que lidiar con el discurso incendiario del mandatario hasta las elecciones de 2026 y en el caso de aprobarla, alzará su voz para cantar victoria de su reforma laboral. ¿Cuál es la menos mala para la oposición? Ustedes deciden.
____________
*Periodista y escritor