Despertaron al gigante dormido

La multitud que colmó una parte del Paseo Bolívar le permite al presidente Gustavo Petro tomar un segundo aire para sentirse vivo, luego del hundimiento del proyecto de consulta popular por el Senado de la República. En palabras del mandatario: “Despertaron al gigante dormido”.

El olor a pueblo se sentía y se regaba a lo largo y ancho del emblemático sector de la ciudad abarrotado desde las carreras 43 hasta la 45 para oír decir el presidente: “no me han vencido”. Se irguió y alzó la cabeza para observar por un momento la estatua del Libertador montado en su caballo Palomo y con la espada en alto en señal de rebeldía. Abajo, las banderas, pasacalles, pendones y afiches surcaban por los aires para animar al jefe de Estado por el difícil momento por el que atraviesa, al replegarse la oposición para hundir el proyecto de consulta popular y poner en serios aprietos la reforma laboral, que revivió al acogerse la apelación interpuesta por la bancada de gobierno. Una zanahoria y un garrotazo.

Los contradictores del presidente Petro, en una orilla, persisten en no permitir dale pase a los proyectos de reformas del Gobierno Nacional y en la otra, los que insisten en que el pueblo merece una mejor suerte para mejorar sus condiciones de vida, como un trabajo mejor remunerado y abolir la práctica trabajador esclavo, al laborar este más de ocho horas diarias por el mismo salario.

Creo que el mensaje de la gente al llegar desde tempranas horas del día al Paseo Bolívar es de urgencia manifiesta al no dar espera la situación que se ha acumulado en el tiempo para generar inconformismos en las personas humilde del país. Es inaceptable quienes se oponen a que la clase popular, en su mayoría trabajadora por un salario mínimo, mejore su calidad de vida con una remuneración más justa y mejores servicios de salud y educación. ¿Acaso los sectores populares están condenados de por vida a arrastrar las cadenas de la desigualdad al sobrevivir con el pago de un salario mínimo?

Las reformas presentadas por el Gobierno Nacional –laboral, pensional y salud– no es del agrado de los congresistas al aborrecerlas por una sencilla razón: ven amenazados sus privilegios al disfrutar por años de la gallinitas de los huevos de oro. Que difícil es colocarse en los zapatos de los desdichados para sentir por un momento el padecimiento de trabajar por más de ocho horas diarias para devengar al final del día $40.000 o $50.000.

Barranquilla fue escogida por el presidente de la República para medir la temperatura por la disputa que mantienen con el legislativo. Fue la Arenosa la elegida como la novia preferida, la tierra donde residen los más enconados opositores al Gobierno Nacional, al confabularse, no por convicción sino por intereses mezquinos, por la decisión del presidente de apartarlos de la teta de la exquisita contratación y de la jugosa burocracia. Es el llanto de viuda adolorida por la pérdida de un ser querido. Nunca les ha nacido defender los derechos del pueblo, sino ilusionarlos para seguir contando con el voto.

Los senadores y Representantes no aprueban las iniciativas del gobierno de turno por ser beneficiosas para el pueblo, sino por la contraprestación jugosa que reciben luego de pupitrearla. Los partidos tradiciones saben el costo que representa mantener las curules en el Congreso de la República, al tener claro que los recursos económicos para financiar las campañas electoral no salen de sus bolsillos sino del erario, que se reparten a pedazos para garantizar su permanencia. La compra de voto es el alma y corazón de su elección y la única alternativa con la que cuentan para que el gobierno de turno les mantenga la carga burocrática y el carrusel de contratos es reeligiéndose. Es la fórmula que emplean de memoria para mantenerse en el poder.

Al hundirse el proyecto de consulta popular se privó al constituyente primario de votar por un cuestionario de 12 preguntas. Ganó el NO por 49 votos, resultado que fue apelado por la bancada oficialista y días después el Senado negó para envía al presidente de la República un mensaje desesperanzador al considerar la iniciativa inconveniente ante la crisis financiera por la que atraviesa el país. Se habló que el proceso electoral de la consulta popular demandaba un gasto de más de $700 mil millones.

Barranquilla y el Atlántico respondieron al llamado al cabildo abierto convocado por el presidente de la República para hacer entrar en razón a la oposición que se ha atrincherado al no dejar prosperar los proyectos de reforma del presidente Gustavo Petro. Las más de 30.000 personas que asistieron al Paseo Bolívar le envían un mensaje claro a los congresistas opositores al Gobierno Nacional que están dispuestas a batallar hasta las últimas consecuencias por las reformas que los beneficia para mejorar su calidad de vida. Desconocer esa realidad sería un garrafal error, que podría devolvérseles como un bumerán.

A las 6:55 pm, cuatro horas después de iniciado el evento, llegó el presidente Gustavo Petro para instalar el primer cabildo abierto en el país para de esta manera iniciar el recorrido por el territorio nacional con el propósito de ambientar la propuesta de la consulta popular nuevamente radicada en el Senado de la República con cuatro preguntas adicionales de salud para su estudio. Se despoja el jefe de Estado de cualquier responsabilidad con la iniciativa al entregar al constituyente primario la bandera para que la defienda en la calle. Que mejor sazón para el proyecto que los cabildos abiertos para que la gente deguste del banquete. Es opcional si lo quieren con papa o yuca ‘arinita’.

Los días por venir serán difíciles por lo que se juega el Gobierno Nacional en el Senado de la República con la radicación de un nuevo proyecto de consulta popular ampliada, de la que el presidente de la corporación Efraín Cepeda, tiene serios reparos. Se espera que las dé a conocer en los próximos días y no nos aventuremos a los rumores de pasillos.

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*Periodista y escritor