En esta primera salida de 2023 observamos un país convulsionado e intranquilo. Claro, un año de elecciones locales y regionales y la radicación por el Gobierno Nacional de un paquete de reformas en el Congreso de la República para su estudio y aprobación, a cualquiera traumatizan por el peso de la responsabilidad.
El 2023 es un año de elecciones y de reformas. Se juegan los poderosos la permanencia en el poder político y el Gobierno Nacional el pellejo con las reformas radicadas, que de ser aprobadas transformarán la vida de los ciudadanos, asfixiada por los abusos del sistema que convirtió la prestación de servicios públicos esenciales en el mejor negocio para amansar fortunas sin hacer agradable la vida de las personas.
El presidente Gustavo Petro está mentalizado en que su gobierno tiene que retomar las funciones que le fueron entregadas a los privados para volver a hablar del Estado benefactor. Tema que lo trasnocha y que está dispuesto a dar la pelea para alcanzar esa conquista.
Los privados revestidos de prestar servicios públicos (salud, educación y servicios públicos domiciliarios etcétera) desbordaron esa prerrogativa para ir más allá de su competencia, en el entendido que no son empresas caritativas sino fábricas de producir dinero. Desde entonces convirtieron la prestación de servicios vitales en el mejor negocio encareciendo estos por el hecho de ser monopolios y oligopolios, donde la lupa de los gobiernos de turno se empaña para controlarlos, por aquello que son cucarachas del mismo calabazo.
Los servicios públicos domiciliarios en Barranquilla son prestados por operadores privados, donde el abuso es el pan de cada día. No hay empresas en la ciudad que más odien los usuarios que la Triple A y Air-e. El hecho de ser monopolios naturales las convierte en un régimen impenetrable que por mucho que el consumidor reclame y pataleé termina doblegado, por aquello de la resistencia y la falta de acompañamiento de los órganos de control.
La Superintendencia de Servicios Públicos llamada a ejercer el control y la vigilancia se burocratizó al ser entregada a los clanes políticos para que no sucediera nada que lesione los intereses de las empresas afiliadas a ANDESCO. Organización donde se agrupan las empresas privadas prestadoras de servicios públicos domiciliarios.
En el caso del servicio de salud la experiencia es la misma, puesto que con la expedición de la ley 100 de 1993 los gobiernos de turno, caso del gobierno de César Gaviria, asfixiaron a las empresas oficiales prestadoras del servicio de salud para justificar su liquidación y de esa manera permitir el ingreso a la alfombra roja a la privatización.
La crisis que vive el sector salud es precisamente por ese sistema salvaje que no deja respirar un solo segundo la chequea del Estado, bajo el argumento que ellos no son una beneficencia para brindar servicios gratuitos a ningún ser humano, importándole un comino la vida del convaleciente.
La política mercantilista que aplican se basa en quien no tenga capacidad de pago no tiene derecho a ser atendido. De esa manera cientos de personas que llegan a las puertas de las clinas y hospitales agonizan o fallecen por falta de atención médica o porque los medicamento no le son entregados a tiempo o porque la cita le fue agenda meses después.
Más grave aún: las IPS (Instituciones prestadoras de Salud) sostienen que no atienden o entregan los medicamentos porque las EPS (Empresas promotoras de Salud) no les paga el servicio prestado a sus pacientes. 30 años después, el estilo en la prestación no ha cambiado, todo lo contrario, se ha cerrado más en perjuicio de los usuarios.
Entretanto, el Estado gira los recursos por el servicio prestado a las EPS, estas a su vez no cancelan a las IPS, convirtiendo la situación en un círculo vicioso donde el paciente termina pagando los platos rotos al no recibir el servicio.
Es la situación que trata de enderezar la reforma a la seguridad social del Gobierno Nacional y la nueva regulación de los servicios públicos domiciliarios, pronto a salir del despacho del Presidente Gustavo Petro.
Este año de 2023 será para recordar, sin lugar a duda.