La política y sus demonios

En estos días de penumbra se habla en abundancia sobre la democracia. Muchos la defienden como un sistema perfecto que  garantiza derechos y deberes a quienes eligen y se hacen elegir; otros sostienen por el contrario, que las elites convirtieron el sistema en un trapo de cocina al enquistarse en el poder, invernando elecciones tras elecciones.

Platón fue uno de los escritores antidemocrático que condenó a la democracia al entenderla como el reino del libertinaje y del desorden. Desde entonces, este sistema de gobierno lo adoptaron la mayoría de países del mundo para resolver las diferencias entre los ciudadanos mediante el voto popular, sin dejar a un lado los demonios, de que los hay, los hay.

La elección turbulenta de un magistrado de la Corte Constitucional por el Senado de la República deja un sabor agridulce en el ambiente por los intereses personales que se juega cada congresista al quedar en evidencia que nadie da puntada sin dedal. El electo queda condicionado con los electores a devolver el favor recibido para saldar la deuda. Una mano lava la otra y las dos lavan la cara.

Antes de la elección los candidatos tenían barra propia. La doctora Claudia Dangond, la apoyaban las fuerzas opositoras al gobierno del presidente Gustavo, mientras que al doctor Miguel Polo Rosero, lo hicieron los gobiernistas al elegirlo con 57 votos, es decir, siete más que a su competidora, Dangond, que obtuvo 47 sufragios. ¿Qué sucedió, si un días antes habían empatado en votación? Es decir, ambos alcanzaron los 50 sufragios, mientras que el caballero de blanco obtuvo tres.

En la primera elección frustrada, se percibía en el recinto un intenso olor a fraude, al detectarse que 102 senadores votaron, pero en la urna aparecieron 103 sufragios. Al descubrirse el chocorazo el presidente del Senado resolvió repetir la elección, la cual quedó fijada para el día siguiente, es decir, martes 19 de noviembre, tiempo suficiente para el Gobierno Nacional en mover sus fichas a fin de convencer a los abstencionistas y a uno que otro congresista indeciso de la frágil oposición pasar a la mesa a degustar de un exquisito caviar en su salsa. El filósofo y escritor político italiano Norberto Bobbio en su obra cumbre El futuro de la democracia dejó claro el sistema: “…el voto es una mercancía que se puede ofrece al mejor postor”. Repetida la votación el candidato respaldado por el Gobierno Nacional, no siendo de sus extrañas, pero de corazón vargallerrista, se impuso finalmente en la elección con 57 votos y su competidora, Claudia Dangond, con 47 sufragios. Es decir, votaron 104 senadores, uno más que en la elección anterior.

El primer comentario suscitado en el recinto del Senado fue que la maquinaria aceitada del Gobierno Nacional termino aplastando a la oposición que con alaridos de fraude y mermelada eligió su candidato para conformar una mayoría en la Corte Constitucional a futuro, para lo cual el Gobierno Nacional radicará en los próximos días un proyecto de ley con urgencia manifiesta en la que solicitará al Congreso de la República la extensión del periodo del presidente Gustavo Petro por dos años más para continuar con la implementación de los acuerdos de paz firmados con la extinta guerrilla de la FARC en la Habana. Será el argumento central al contemplarlo el documento.

Con la elección del magistrado electo Miguel Polo, los gobiernistas abortan la idea de convocar una Asamblea Nacional Constituyente o un referéndum para revivir la figura de la reelección, para jugársela por la extensión del periodo del presidente de la República, lo cual tiene loco a los opositores al estar convencidos que la única fórmula de reelegirse el presidente Petro era la constituyente.

De esta manera las aguas turbulentas cambian de curso al superar el Gobierno Nacional el primer obstáculo presentado con la elección del magistrado de la Corte Constitucional para consolidar una mayoría que le permita, una vez el Congreso de la República apruebe el proyecto de ley a radicar, declarar la constitucionalidad a la extensión del periodo por dos años más del presidente Gustavo Petro, bajo el argumento de continuar con la implementación de los acuerdo de paz. Es lo que está por verse.

POR CARLOS HERRERA DELGÁNS (*)

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