El espectro castigador (Séptima historia)

10:30 pm del 8 de septiembre de 2016

El flujo vehicular había disminuido y ‘Harry Desastre’ a bordo del ‘escarabajo’ descendía por una de las avenidas más transitadas de la ciudad, El Cuartel, la cual utilizan muchos para llegar al centro en el menor tiempo posible. Cuando cruzaba hacia la derecha para dirigirse a su casa, vio una sombra salir de la tierra y atravesar la pared de una vivienda donde estaban un hombre y una mujer discutiendo.

     Estacionó el vehículo para observar detenidamente la situación. Logró escuchar cómo el hombre, alto y de contextura delgada, maltrataba a la mujer con palabras denigrantes, que hieren como el corte de un cuchillo en la piel. De repente, ella cayó al sofá para echarse a llorar.

     Mientras el sujeto seguía ofendiéndola, la sombra que emergió de la tierra daba vueltas alrededor de la casa para entrar. Parecía que buscara una puerta o una ventana abierta para hacerlo. Pero no. Lo hizo traspasando, como un fantasma, el techo para descender hasta donde se encontraba la pareja. 

     Harry se acercó a la casa y pegó el rostro al vidrio de la ventana para tener una mejor visibilidad. Entonces, se topó de frente con lo que pensaba que era una sombra, pero en realidad era más que eso, un espectro, que desapareció por el mismo lugar que llegó. Como si la tierra se hubiese abierto para tragárselo.

     Del susto, Harry cayó al piso para emprender la huida. Abordó el vehículo y a gran velocidad se dirigió a su casa, no sin dejar de ver el retrovisor para cerciorarse que la sombra no lo siguiera.

     Una vez estacionó ‘el escarabajo’ abrió la reja de hierro y seguidamente, la puerta para entrar, subir al cuarto y acostarse sin desvestirse. Se arropó de pies a cabeza para dormirse hasta el día siguiente. Matías a su lado despertó de golpe sin levantarse.

     Harry empezó a temblar al recordar el rostro de aquel horrible espectro venido del inframundo buscando almas para llevarse.

     Retiró la cobija que lo cubría, seguido por Matías, que se levantó de la cama para escuchar lo que quería decirle su amigo.   

     —Era una mujer horrible con una cara de perro y vestía una túnica negra que la hacía flotar —dijo Harry—. En vez de cabellos tenía un nido de serpientes venenosas con enormes colmillos, alas de murciélago y de sus ojos brotaban lágrimas de sangre como si estuviera llorando y portaba un látigo de color negro con nueve colas. La mujer y el hombre que discutían no se dieron cuenta de su presencia, que desapareció a sus espaldas cuando me vio.

     Matías empezó a chillar tratando de decirle a su amigo qué clase de criatura era, porque conocía los secretos de la tierra. Harry no comprendía, ya que había perdido el don de entender el lenguaje de los animales. Tiempo después, quedaron rendidos.

Una vez amaneció, Harry se bañó, se vistió, y desayunó y salió temprano sin despedirse de su mamá y de Matías, que no pudieron reaccionar.

     —¿A dónde irá tan temprano? —se preguntó la mamá.

     Harry abordó ‘el escarabajo’, se dirigió a la casa donde vio por primera vez el espectro con rostro de perro y alas de murciélago, la cual estaba rodeada por frondosos árboles de almendro y roble. Un jardín con grama y plantas ornamentales le daba un ambiente silvestre. Se estacionó a un costado.

     Eran las 8:10 de la mañana. Esperó pacientemente sin bajarse del vehículo a que alguien saliera.    

     Quince minutos después, nadie aparecía ni se veía al interior de la casa. Decidió descender del vehículo para acercarse al predio en el que se sentía un silencio total. Solamente se lograba escuchar el ruido de los automotores que transitaban por la vía. 

     Se asomó a la ventana como la noche anterior. Pero todo estaba en completa normalidad. Alcanzó a ver el sofá donde la mujer cayó una vez el hombre la empujó violentamente. Permaneció unos minutos en el lugar, sin novedad alguna.

     Harry le preguntó a un vecino por los habitantes de la casa. El señor le dijo que no sabía nada de ellos, puesto que estaban recién mudados.

     —Lo siento joven, pero es poca la información que le puedo dar —dijo el hombre—. Son completamente nuevos en el barrio.

     —Mil gracias por todo —respondió Harry.

     Una vez el señor abordó su vehículo, Harry también lo hizo para aprovechar y comprar algunos insumos para elaborar los perfumes y colonias. Llegó a la distribuidora de productos químicos a adquirir el material que necesitaba y después a su casa para ponerse manos a la obra con los pedidos que debía entregar ese día.

     Saludó a Matías que lo recibió como de costumbre y a su señora madre, que se encontraba cosiendo en su cuarto-taller, para subir a su alcoba y empezar su trabajo.

A las 4:00 de la tarde ‘Harry Desastre’ salió con los pedidos a entregar. Primero fue a la gasolinera a aprovisionar de combustible ‘el escarabajo’ y dirigirse al norte de la ciudad donde vivían sus clientes.

     A la misma hora de la noche anterior, Harry descendía por la avenida que conduciría a su casa, aunque antes nuevamente pasó por donde vio al espectro, pero esta vez estaba sujetando por una pierna al hombre que discutía con su mujer, para sacarlo al jardín y azotarlo.

     Pudo ver de cerca el horrible espectro. De una estatura aproximada de dos metros, vestía una túnica de color negro que le arrastraba, de la cabeza salían serpientes vivas en vez de cabellos, dispuestas a clavar sus colmillos a quien se acercara, de sus espaldas se desprendían dos enormes alas de murciélago, sus ojos eran bolas de candela de los que brotaban lágrimas de sangre y en la mano derecha sujetaba un látigo oscuro con nueve colas que terminaban en puntas afiladas, para azotar al hombre.

     ‘Harry Desastre’ no creía lo que sucedía. Imaginaba estar soñando con una película de terror en la que salen demonios del infierno a llevarse a los espíritus por sus maldades en la vida terrenal.

     Descendió del vehículo para ayudar al hombre tirado en el césped, que no podía levantarse porque las piernas no le daban por el pánico que sentía y que estaba a punto de ser castigado por el demonio, pero este adivinó la intención de Harry, que había tomado del suelo un pedazo de madero para defenderse, y batió sus alas para elevarse.

     Cuando la sombra descendía para atacar a Harry con su látigo de nueve colas, la mujer se asomó por la ventana para gritarle al demonio que regresara a su mundo. Este desapareció por donde llegó. Desde entonces, todo quedó en completo silencio.

      Ella salió de la casa para ayudar a su esposo a levantarse del suelo y Harry tiró el pedazo de madera a un costado del jardín para acercarse a ellos.

     —¿Qué era esa cosa tan horrible? —preguntó a la mujer.

     —Es Alecto, una de las furias del averno —respondió la mujer—. Visita la tierra para castigar a los vivos por delitos que cometen, cuando estos son reiterativos.

     —Son tres hermanas monstruosas, que se encargan de azotar los espíritus en el patio del castigo del inframundo por delitos morales, de sangre o infidelidad —dijo Harry—. He leído sobre eso.

     —Alecto es la encargada de castigar a los seres humanos o espíritus por delitos morales —dijo la mujer—. Una amiga me recomendó que la invocara, por el problema que atravieso con mi esposo, sacrificando un carnero y poniéndole en conocimiento la situación. Así fue que apareció.

     El esposo se levantó del gramado apenado por lo sucedido y pidió perdón a su esposa por todo el daño que le había causado por su mal genio.

     —¿Tú crees que ese demonio regrese? —preguntó Harry.

     —Quien invoca para que aparezca, también puede hacerlo para que desaparezca —respondió la mujer—. No aparecerá más puesto que mi esposo se arrepintió por todo el daño que me ha hecho. Eso es suficiente.

     —Si me hubiese azotado con ese látigo de nueve colas, estaría muerto —dijo el hombre, que no salía del horror al ver por primera vez un demonio.

     Sin embargo, Harry logró darse cuenta de la marca del látigo de la furia en el brazo del hombre. Lo que quiere decir que él fue azotado, pagando de esa manera el maltrato moral producido a su esposa.  

     Mientras la pareja se abrazaba para ingresar a la casa, la mujer se detuvo para agradecerle a Harry su valentía en ayudarlos.

     —Gracias por todo muchacho, que tengas una feliz noche —dijo y se alejó.

     Harry abordó ‘el escarabajo’ no sin antes mirar hacia el suelo para cerciorarse que Alecto no lo siguiera. Se retiró del lugar dejando un estruendoso ruido producido por el motor del vehículo.