El hijo del presidente

 

La semana que culmina fue una de las más agitadas en la vida del presidente Gustavo Petro. El escándalo desatado por las declaraciones entregadas por su exnuera ‘Days’ Vásquez a la revista Semana, medio de comunicación de ideología de derecha, sí que lo golpeó, puesto que uno de sus hijos, Nicolás, se encuentra en el ojo del huracán.

Las declaraciones entregadas por la expareja comprometen la presunción de inocencia de Nicolás, por las pruebas aportadas al órgano de instrucción que ipso facto desplegó a la ciudad de Barranquilla un equipo de los mejores funcionarios encabezado por la vicefiscal General de la Nación Martha Mancera para tomar el testimonio a la denunciante.

En parte es creíble, hasta que se demuestre lo contrario, lo que se conoció por el despliegue periodístico realizado por la revista, toda vez que ‘Days’ vivió en carne propia las andanzas de su expareja, que se cegó por los delirios del poder.

Antes que estallará el más ruidoso escándalo a la familia presidencial, el mandatario, un mes antes se había reunido con su exnuera en la Casa de Nariño, escuchó en primera persona la narración al detal de las andanzas en las que andaba su hijo mayor y la cantidad de dinero que obtenía producto de sus relaciones non sanctas.

La pareja se había separado semanas después de la posesión presidencial y Nicolás se había organizado con la mejor amiga de ‘Days’, Laura Ojeda, quien se encuentra en estado de gravidez.

Muchos pensaran que la exnuera se desahogó en los hombros del presidente Petro por despecho, pero lo cierto es que esta no midió, un mes después, las consecuencias que desataría sus declaraciones.

Precisamente, tiempo después de haberse reunido con el presidente, ‘Days’ decide hablar. Sin pensar que en la misma fecha coincidirían sus destinos: el comunicado del Jefe de Estado solicitando a la Fiscalía General de la Nación que investigue a su hermano y a su hijo mayor y las declaraciones de su exnuera a la revista Semana. 

La semana que estalló el escándalo al presidente Petro se le vio descompuesto. El solo pensar en las que se había metido su hijo mayor, sin mencionar la situación de su hermano, lo descontrolaron en su quehacer diario.

Hay que estar en los zapatos de un ser humano que enfrenta las complejidades de un país como Colombia que sufre las siete plagas de Egipto, para comprender la situación. Ni que pensar de la angustia de sus padres, ancianos estos, que merecen la mayor tranquilidad posibles para vivir sus últimos días.

Alguien comentaba que Gustavo Petro está curtido con este tipo de adversidades a las que nunca elude, todo lo contrario, les pone el pecho a la tormenta para que el impacto sea brutal.

Al levantarse el mundo le da vuelta y en cuestión de minutos o horas todo vuelve a la normalidad como si el mundo hubiese retrocedido horas o días o quizás meses.

Lo cierto es que la situación merece la atención del presidente Petro con su hijo mayor Nicolás, que por mucho que trate de disimular que la situación no lo afecta en el fondo lo estremece, puesto que al hablar de su hijo se refieren al presidente de la República, lo cual termina afectando su parte afectiva.

Coyuntura que aprovechan desde la otra orilla sus opositores que duermen con un ojo abierto y el otro cerrado, esperando la oportunidad para rociar su veneno letal contra su gobierno y en muchos casos, contra su persona.

Nicolás Petro tendrá que enfrentar una de las situaciones más complejas en su vida: demostrar su inocencia de las acusaciones que le imputa su expareja, que despechada y adolorida es un hueso duro de roes.

El despecho con el tiempo se madura en el fondo del alma hasta convertirse en una letal arma: un odio ciego, el cual no descansará hasta verlo destruido, no por sus propias manos sino por la irracionalidad.

Al hablar de Nicolás Petro se refieren al presidente Gustavo Petro. A pesar de que las conductas son individuales, el apellido los delata.