Periodismo de soluciones

Responsabilidad social y ética periodística en tiempos de crisis. Foto: Cortesía.

POR CARLOS HERRERA DELGÁNS

Corría el mes de octubre de 1938 cuando el teniente Jesús María Cortés vestido con su uniforme militar, gafas carey redondas, pelo engrasado y su arma de dotación en la mano, ingresó a la sede del periódico sin ninguna restricción. Se dirigió a la oficina del jefe de redacción, el cual se encontraba reunido con varios editores, para solicitar que rectificaran la noticia publicada en el que lo acusaban de haber abofeteado y lastimado a uno de sus hombres en el cuartel Ayacucho de la ciudad de Manizales. Discusión que se alargó más de lo previsto por lo que el militar optó por dirigirse a la oficina del director, Eudoro Galarza, quien lo esperaba fríamente.

Galarza, un veterano periodista que había pasado por la redacción de los más importantes periódicos de la ciudad y del país, invitó al teniente a sentarse para tratar su molestia. Este había guardado su arma en la pretina del pantalón para escuchar las explicaciones del director. Minutos después, Cortés le manifestó la misma solicitud que le había hecho a sus colegas, que rectificara la información. Galarza le dijo que con gusto lo haría y para facilitar las cosas le ofreció su máquina de escribir para que redactara la nota aclaratoria. 

—O mándeme una carta, que yo se la publico con mucho gusto —le dijo Galarza.

El militar observó su humanidad de pie a cabeza y cuando este le extendió la mano para despedirlo Cortés sacó como un rayo de la pretina del pantalón su arma de dotación para disparar en tres ocasiones. El primer disparo fue fallido por el movimiento que realizó Galarza para esquivarlo, el segundo se incrustó en su garganta y el tercero se alojó en la clavícula izquierda. El periodista quedó sumergido en un charco de sangre, auxiliado por sus colegas al ser llevado de emergencia a un centro asistencial donde murió horas después.

Es el primer caso que se conoce en el país de un periodista asesinado por la intolerancia.  

Sin discusión alguna el periodismo es un oficio de alto riesgo. Investigar y denunciar casos de corrupción, narcotráfico, violación de derechos humanos etcétera, es una amenaza de muerte que llega tarde o temprano. Los comunicadores que se atrevieron a publicar dichas investigaciones salieron del país con sus familias por temor a ser asesinados, y los que no lo hicieron son mártires recordados.

No hay garantías en el país como en ningún otro de la región para ejercer el oficio bajo esas condiciones. Los que burlaron las amenazas de las fuerzas oscuras fue porque huyeron del país. No por un acto de cobardía sino por valorar la vida y la de su familia.

De la fecha del vil asesinato de Galarza a noviembre de 2022 han sido acribillados según la FLIP —Fundación para la libertad de Prensa— 165 periodistas, lo cual llena de incertidumbre a los comunicadores al exponerse a ser aniquilados, por un Estado que no garantiza las mínimas condiciones para ejercer el oficio, ya que muchas de las intimidaciones llegan del sector oficial.

Los medios de comunicación se han ensimismado en producir información de contenido nocivo, la cual no le aporta nada a la calidad de vida de los ciudadanos que cada día se alejan de este tipo de noticias, por lo perjudicial que es para la salud por el alto volumen de primicias negativas que reciben al día. Ya sea por la prensa hablada, escrita o televisiva o a su teléfono celular.

La llegada a la presidencia de la República de Gustavo Petro, de ideología de izquierda, ha permitido que este tipo de información se haya intensificado, por lo que significa para el sistema el nuevo estilo de gobierno. Los medios de comunicación del establecimiento, por ser sus propietarios los dueños de los medios de producción del país, se han cegado en una misión fratricida contra la administración central sin medir las consecuencias y los perjuicios que le crean a la población, sobre todo a los adolescentes, que observan y sienten un ambiente hostil en el que se crían.

El periodismo que consume el ciudadano es de resentimiento por un perjuicio causado, por la rivalidad que se ha desatado por quienes han perdido el poder. Se palpa en el tratamiento de la información la trama con que se quiere llegar al receptor para contaminarlo de esa noticia negativa, que termina causando un efecto devastador, al trasladarse a las redes sociales, donde los cibernautas confrontan, unos a favor del gobierno o político y otros en contra. Parece un campo de batalla por las agresiones de parte y parte. A ese nivel se ha llegado.

Leer, escuchar o ver una noticia por los medios masivos de comunicación es recargarse de ese malestar que ellos exteriorizan. Son los medios llamados a educar y formar a los ciudadanos. Cualquier información mal tratada causa un daño irreversible a quien la escucha, observa o lee. No hay palabra mal dicha sino mal interpretada, y la gente repite como loro lo que oye.

Más dañina es cuando se titula con un tono de sensacionalismo o amarillismo, para dar a conocer a la opinión publica una primicia de un acto de corrupción de un funcionario o un desacierto del gobernante. En el fondo lo que se busca es causar daño para desestabilizar.

En días pasados el periodista Juan Gossaín expresó por un programa televisivo lo siguiente: “En muchísimos medios de comunicación la noticia depende a quién afecta o a quién beneficia. Esa es la manipulación. La manipulación no está consistiendo en ocultar cosas, por fortuna porque hay que publicarlas, hay que divulgarlas. Nuestro deber es informar correctamente a la opinión pública. Lo que yo estoy viendo es que el uso, la utilización política de la noticia se está presentando en lo que a mi candidato, dice el medio, lo beneficia lo exalta, lo que lo perjudica lo minimizo, lo que le hace daño al adversario hay que darle ocho columnas o tiempo triple A. Ese es el tipo de manipulación, que mucho más que guerra sucia, es un manejo asqueroso de la prensa, hablemos francamente…”.

Llegó el momento en que los medios de comunicación deben sintonizarse con lo que viene proponiendo hace muchísimos años la Fundación Gabo en sus talleres de periodismo de soluciones para desintoxicar a la audiencia de tanta información basura que producen por toneladas al día ciertos medios de comunicación.

Un periodismo más altruista en el que no sea solo de denuncia, necesarias por supuesto, sino también de solución, que al final termina siendo más útil para la formación del receptor. Deben los medios de comunicación ser capaces de proyectar posibles soluciones en el despliegue de noticias negativas, para que no quede la percepción en la opinión pública que la prensa denuncia para armar un escándalo y ganar audiencia, sino que también brinde soluciones a ese despliegue. Lo que podría llamarse la prensa propositiva.

Lo ha reiterado la periodista del New York Times y fundadora de la Red de Periodismo de Soluciones, Tina Rosenberg, al sostener que “Expandir un periodismo que busca presentarle a los lectores las historias completas. No solo la denuncia del problema, muy necesaria, sino también las posibles respuestas que existen para ese problema. Esto último es igual de necesario, pero puede resultar incluso más útil para los lectores”.

Han asumido los medios de comunicación el papel de las autoridades, en muchos casos con razón, en el sentido de investigar lo que ellos no investigan para dar a conocer a la opinión publica las irregularidades que cometen los gobiernos de turno o en la violación de derechos humanos, para que de oficio apliquen los remedios del caso.

Un lenguaje mal empleado en el tratamiento de la noticia puede crear un incendio de proporciones incalculables, al punto de agotarse las reservas de agua y no alcanzar a sofocarlo.

El palabrero wayúu Juan sierra en una crónica de Alberto Salcedo Ramos (La eterna parranda) resolvió el misterio del poder transformador de la palabra, con la siguiente apreciación: “Una palabra bien dicha desarma al enemigo, acerca al que se encuentra lejos, abre las puertas clausuradas, alegra al que está triste y apaga los incendios alevosos. En cambio, cuando pronuncias una palabra altanera las palomas se vuelven halcones, los ríos se salen de madre, los mares se enfurecen y hasta el problema más inútil adquiere de repente la fuerza suficiente para destruirte”.

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