Sector oficial a medias

Centro de Barranquilla. Foto: Cortesía.

CRÓNICAS POLÍTICAS – POR CARLOS HERRERA DELGÁNS

En las inmediaciones de la Gobernación del Atlántico, el Centro Cívico y el Palacio de Justicia se observa un reguero de establecimientos comerciales cerrados, los cuales con el tiempo han sido cubiertos por inmensos capullos de seda de araña, donde estas ponen sus huevos y capturan de paso a su presa. El curioso que se acerque queda atrapado en la telaraña sin posibilidad de escapar.

La desidia se nota más al arrimarse y ver las esteras metálicas revestidas por espesas capas de polvo y devoradas por el óxido, lo que le da al sector un aspecto de pueblo fantasma. Se logra ver, a un lado de la vía, el espectáculo en fila india de carretillas de tres y cuatro llantas de carros estacionadas en las que los vendedores informales ofrecen al transeúnte productos perecederos, como frutas y verduras. En cuestión de minutos desaparecen como alma que lleva el Diablo al ver a la distancia el camión de la Oficina de Espacio Público.

Solamente hay que darse la rodadita por el sector de la calle 38 hasta la 40 con carrera 44 hasta la 46 para palpar la dramática situación, no sin antes asumir la tarea de contar con el dedo acusador de San Juan los locales cerrados. A pesar de que la administración distrital anuncia con bombos y platillos la reactivación economía en la ciudad, este sector del centro la situación es harina de otro costal.

Los perjuicios que causa el Estado cerrado

Desde que el Gobierno Nacional decretó en marzo de 2020 la emergencia sanitaria por la pandemia de la Covid-19, muchos establecimientos comerciales cerraron sus negocios por la crisis económica. Desde entonces, decenas de locales comerciales en el centro no han subido sus esteras metálicas para reactivarse, por lo complejo de la situación, la cual se ha recrudecido por la poca afluencia de gente a los despachos judiciales, Gobernación y Alcaldía Distrital, de la cual dependen cientos de personas. Si no funciona el servicio público en estos establecimientos del Estado la economía en el centro se ve seriamente afectada. Es lo que se está viendo.

Una vez el distrito y el departamento alcanzaron la inmunidad de rebaño por la aplicación a la población de las dos dosis de la vacuna anticovid-19 y en muchos casos la tercera, se debió levantar la restricción para abrir puertas y atender normalmente el servicio público, tal como venía sucediendo antes de la pandemia. Así lo viene haciendo el sector bancario, escuelas, colegios, universidades, centros comerciales, clínicas, hospitales y comercio en general.

La Gobernación del Atlántico, la Alcaldía Distrital, el Centro Cívico y el Palacio de Justicia funcionan a medias, puesto que no están atendiendo, como debe ser y es la razón primordial del Estado Social de Derecho, presencialmente a los ciudadanos que acuden diariamente a sus dependencias. Caso de la Gobernación y la Alcaldía Distrital que habilitaron el primer piso de los edificios de gobierno para medio atender a las personas que se acercan a solicitar los servicios de hacienda, tránsito y pasaporte. Nada más.

Entretanto, el servicio judicial se quedó funcionando virtualmente para audiencias, presentación de demandas y acciones constitucionales. El ingreso a los despachos judiciales de los profesionales del derecho y público en general está restringido.

Mientras el Gobierno Nacional eliminó el tapabocas en espacios públicos y ahora lo extiende con restricción a recintos cerrados, la Gobernación, la Alcaldía, el Centro Cívico y el Palacio de Justicia no han anunciado por ahora normalizar el servicio público.

Entretanto, la crisis del comercio, en gran parte en el centro de la ciudad, seguirá afectado por falta de afluencia de gente, que es precisamente el dinamismo que le inyecta el servicio público que prestan la Gobernación, la Alcaldía Distrital, el Centro Cívico y el Palacio de Justica, puesto que son miles las personas que, antes de la pandemia, acudían diariamente a esas dependencias del Estado, aprovechando la ocasión de salir para agilizar otras diligencias y abastecerse de productos de la canasta familiar. Hoy no lo están haciendo.

Es el despelote del Gobierno Nacional, con el sol en la espalda, que no ha logrado sintonizarse con la gente para impartir orden en sus decisiones, por la falta de credibilidad y autoridad. Y eso no se vende en la farmacia en jarabe o en pastillas.

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