Sin alianzas, no hay paraíso

                    El presidente del partido Liberal César Gaviria reunido en su apartamento con el precandidato
                              de la Colombia Humana Gustavo Petro. Foto: Cortesía.

CRÓNICAS POLÍTICASPOR CARLOS HERRERA DELGÁNS

La fotografía que circuló por las redes digitales, en la que aparecen en primer plano el presidente del partido Liberal César Gaviria y el precandidato de la Colombia Humana Gustavo Petro, sonrientes, es el más claro mensaje de que el candidato de la izquierda democrática quiere ganar la Presidencia de la República en primera vuelta con el apoyo de los liberales.

Para las elecciones del mes de mayo, Petro no quiere correr ningún riesgo que ponga en peligro su triunfo. Como lo sucedido en las elecciones de 2018 cuando perdió en la segunda vuelta con el candidato uribista, hoy presidente de la República, Iván Duque, por el bendito ego que viene matando a los movimientos alternativos que se creen más cacique que indios, por aquello: “si no soy yo, que gane el enemigo y no el compañero”.

Caso parecido al de Sergio Fajardo, quien al no pasar a la segunda vuelta presidencial, prefirió irse al Pacífico a ver ballenas antes que apoyar a Petro, a pesar de que este le solicitó el apoyo. Igual hizo el senador Jorge Enrique Robledo.

La polarización en Colombia dificulta de alguna manera el entendimiento entre ideologías diferentes. Las elecciones presidenciales en solitario no se ganan por estar liderando las encuestas en intención de votos. Eso es parte del proceso democrático y electoral. Si el candidato más opcionado desconoce que el sistema electoral en Colombia es dominado por las maquinarias políticas, al final será asfixiado y derrotado, como ha sucedido cientos de veces, donde los diablitos se reacomodan con cualquiera de sus candidatos en contienda para mantener el poder.

La experiencia vivida por uno de los caudillos más carismáticos que tuvo Colombia en los años 80 como fue Luis Carlos Galán, con su movimiento Nuevo Liberalismo, es un claro ejemplo de que solo no se llega al solio de Bolívar, a menos que se la fume verde.

Los dos intentos de Galán de aspirar a la Presidencia de la República, por fuera del partido Liberal, fueron en vano, pero esperanzadores. Al final, la maquinaria oficialista terminó aplastándolo. De ahí que los liberales oficialistas lo señalan como el responsable de la victoria del candidato del partido Conservador, Belisario Betancourt, al derrotar al candidato del partido Liberal, Alfonso López Michelsen, ya que al estar Galán en la contienda dividió los votos liberales lo que ocasionó la pérdida de López.

Cuando Galán entendió que los liberales eran disciplinados al momento de votar por el candidato oficial del partido, se regresó para disputar la candidatura de la colectividad. Desafortunadamente, al establecerse las reglas de juego para escoger el candidato único mediante una consulta popular, impulsada por él, las balas asesinas del narcotráfico le cegaron la vida.

Hablar no significa acordar

Muchos sectores alternativos condenaron al líder de la Colombia Humana por el hecho de reunirse con el presidente del partido Liberal, el cual se identifica con muchas de las propuestas que enarbola Petro.

El precandidato es un estudioso del pensamiento de Rafael Uribe Uribe, Gaitán, López Pumarejo, Lleras Restrepo, López Michelsen y Galán. Por la sencilla razón que estos estadistas representaron el ala centro izquierda e izquierda del partido Liberal. Y los que fueron presidentes pudieron realizar las grandes reformas que se dieron en este país.

Así lo ha señalado el mismo César Gaviria al decir que se identifica con varias de las propuestas de encarna Petro, pero que en otras no, en la que habrá oportunidad para discutirlas y llegar a unos acuerdos en beneficio del país.

En las elecciones de 2018, el partido Liberal logró una votación de 1.901.933 votos, que le permitió elegir a catorce senadores, mientras que en la Cámara alcanzó 2.471.400 sufragios para elegir treinta y cinco Representantes.

Lo que ha manifestado el presidente del partido Liberal es aumentar el número de senadores y Representantes en las elecciones del 13 de marzo para ser la primera fuerza política del país.

Los apasionamientos son señales de malos augurios. En la mayoría de los casos terminan cegando a las personas para ver las realidades que están enfrente de sus propias narices. De ahí, los garrafales errores que se cometen en las campañas y que terminan costándole al candidato la elección, que por ningún lado lo daban las frías encuestas.

Los partidos políticos tradicionales, que en estas elecciones no llevan candidato propio, no se adherirán a candidato alguno hasta tanto quede conformado el nuevo Congreso de la República. Es la mecánica política y que de alguna manera les permite ser atractivos para cualquier aspirante en contienda, al momento de sentarse a acordar el apoyo.

Que se tenga memoria, no hay un solo ejemplo que se conozca, en el que ningún partido político ponga a disposición su estructura para elegir a un candidato si no hay reciprocidad en la gobernabilidad. Ese apoyo tiene un costo, que el candidato que acepte debe asumir una vez es electo y ratificar una vez se posesione en el cargo.

La gobernabilidad no solo está en el ejecutivo, sino en el legislativo. Si no se cuenta con las mayorías en el Congreso de la República, Senado y Cámara de Representantes, las propuestas de gobierno, lo más probable es que naufraguen, y los ministros de despacho corren el riesgo de ser tumbados por una moción de censura.

Es el peligro al que se expone Petro si no logra los apoyos políticos necesarios para ganar y las mayorías en el Congreso de la República para gobernar.

Los apoyos políticos de partidos tradicionales se verán después del 13 de marzo. Petro sabe más que nadie que necesita del apoyo de otros sectores políticos, no afines a él, que le ayuden a ganar en primera vuelta. Eso está más que claro. Su triunfo se desdibuja si pasa a la segunda vuelta presidencial.